Esta antigua leyenda china cuenta que Nian era un enorme monstruo con cuernos que vivía en el fondo del mar durante todo el año, pero subía a la superficie la noche previa al Festival de la Primavera para comerse las cosechas, destruir hogares o alimentarse de los hijos de los campesinos.
Todos, salvo una anciana que le dió de comer y le sugirió que huyera con el resto de los campesinos hacia las montañas para alejarse de Nian. “Mujer, si me das un lugar donde dormir en tu casa, mantendré a Nian alejado de ti“, le dijo el mendigo. Viendo las escasas fuerzas del mendigo, la anciana no le creyó y le dejó solo en su casa, huyendo ella hacia las montañas.
A medianoche, con el pueblo abandonado salvo por el mendigo, Nian llegó para asolar pero se detuvo ante la casa de la anciana: una estela de papel rojo estaba pegada en la puerta, las velas iluminaban las ventanas, fuegos artificiales salían del patio posterior y se escuchaba al mendigo reir y cantar.
Nian, desconcertado y con gran sorpresa, dejó el pueblo sin destruir. Aturdido por el estruendo de los fuegos y la música volvió al fondo del mar. Al día siguiente, cuando los campesinos regresaron y vieron el pueblo en perfecto estado agradecieron al mendigo y se sumaron al festejo del Festival de la Primavera y a partir de entonces, para que Nian no vuelva, tienen la costumbre de decorar las puertas de las casas con estelas de papel rojo donde escriben sus deseos para el año que comienza.
Como en todas las festividades chinas, la comida juega un papel fundamental durante todo el Año Nuevo Chino y las cenas tienden a ser especialmente suntuosas. Muchos de los platos que se preparan para esta ocasión se sirven debido a que son considerados como símbolos de buena suerte.
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